Desde los parientes más próximos al homo sapiens como humanidad nos caracterizamos por utilizar el tiempo para asuntos que ofrecen algo adicional a la supervivencia, es decir, si unos somos buenos para pescar y otros para tejer, la habitualidad de la labor nos ha ofrecido un bienestar de recibir otra cosa a cambio para la que no dedicamos nuestro tiempo directamente.
Aún en la Edad de Piedra cuando la humanidad ya utilizaba la invención, coincidimos con nuestros parientes de época en que buscamos usar el tiempo para algo más allá de la simple manera en que percibimos el instante.
El trabajo es un idea básica de destinar el tiempo a algo y recibir otra cosa a cambio, el trabajo, puede decirse es parte esencial de nuestras capacidades, que al encontrarse aferrado a nuestra realidad y ser relevante para nuestra sobrevivencia, es de todo nuestro interés y además, nos motiva a todos.
Las personas y las sociedades deseamos expandir nuestro bienestar y alcanzar un mayor desarrollo, contar con oportunidades sociales y económicas, evitar el hambre y tener como más alto valor la salud, buscamos conservar la subsistencia, dignificarnos y que todos nos desarrollemos como el motor de nuestra alianza social.
Para la humanidad es importante alcanzar libertades reales, transformar los recursos en actividades valiosas, buscar la felicidad y el equilibrio entre lo material e inmaterial que nos permita vivir en un mundo dentro del que las oportunidades estén bien distribuidas para alcanzar una sociedad de bienestar (1).
Con el trabajo es posible que se alcancen estos ideales y además el trabajo está en todo, en atender la familia y la comunidad, en asearse y alimentarse, en participar de una actividad productiva para el propio beneficio o en beneficio de un tercero, en satisfacerse y desarrollarse, en realizar actividades tanto intelectuales como materiales, lo que sí es común en todas estas actividades, es que siempre puedan realizarse vendiendo y/o comprando la fuerza de trabajo.
Es tal la relevancia que tiene el trabajo remunerado en nuestra sociedad actual, que junto con la educación son los mecanismos para que quienes no cuentan con otras fuentes de riqueza puedan subsistir, mejorar sus capacidades y alcanzar su bienestar.
La importancia del trabajo se hace más notoria dentro de sociedades en las que las políticas sociales no son suficientes en la labor de redistribución de las riquezas acumuladas, haciendo que la búsqueda de la calidad de vida sea un asunto de rentas (2), en el que el dinero que llega por la renta del trabajo, el suyo propio o el de quién trabaja en su beneficio, sea de interés común para todos los integrantes de la sociedad.
El trabajo viene siendo entonces parte principal de la riqueza de las personas desde que se nace, tan es así que de la fuerza de trabajo de los padres y de la fuerza de trabajo que ellos adquirían de terceros, es de cómo ordinariamente vive un individuo en desarrollo, incluso hasta después de la muerte, el trabajo sigue siendo parte de esta cadena de distribución de riquezas, de tal forma que una vez subsiste alguien que vive y depende de la fuerza de trabajo de quien fallece, la renta del trabajo del muerto le perdura al fallecimiento.
El trabajo no solo ha existido como eje central de la evolución de la humanidad sino que actualmente también viene experimentando profundas transformaciones del mundo globalizado, de los cambios ambientales y demográficos, y del desarrollo de nuevas tecnologías, haciendo más relevante su estudio ahora ante los arduos retos que nos trajo la pandemia del siglo XXI (3).
1. Colmenarejo, R. (2016). Enfoque de capacidades y sostenibilidad. Aportaciones de Amartya Sen y Martha Nussbaum. Ideas y Valores, 65 (160), 121-149. https://uloyola.academia.edu/RosaColmenarejo 2. Amartya Sen. Desarrollo y Libertad. Editorial Planeta. 2000. 3. Organización Mundial de la Salud. https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public/q-a-coronaviruses